con los ojos abiertos y también dormidos;
hombres he conocido y con algunos vivido
pero sólo hubo uno que encendió mis sentidos.
Hasta que poco a poco se nos apagó el fuego
el mismo que parecía eterno;
fue más que amor, alegría y apasionamiento,
aún te acuerdas porque yo si me acuerdo.
No sé de tu vida, si estás vivo o muerto,
sólo sé que todas las noches te rezo;
para agradecer que fuiste mi primer hombre
el que me enseñó a querer y el arder de mi cuerpo.
Eloy Peña.
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