Al nacer,
sin saber pensar ni aún caminar;
ni comer ni tampoco hablar
creo, que empecé la espera.
El tiempo pasó y el niño creció
hasta que hombre se hizo;
esperó a jóvenes mujeres
que enamoró o le enamoraron.
Pero sus esperas seguían y seguían
como cicatrices encerradas en su alma;
también en su corazón
por ello, de amores cambió y cambió.
A todas llegó a querer con pasión
igual que venían el esperar las apartaba.
Un día entre los años se casó
felicidad e hijos tuvieron.
Han pasado meses y años
que al fuego han ido apagando;
a ella y a él también,
hoy solitario sigue esperando.