La noche era fría,
fría, de tendones;
sin embargo, no llovía,
como cuando escampa.
Los dos solos en la cama
ella, rubia como su peluca;
sin ropas ni lentillas
la dentadura sobre la mesilla.
La observo mientras lee
facturas y yo su mano fría;
hasta que me habla
para decir tonterías.
Se levanta y acuesta
porque el periodo no la viene;
desde hace años
como cuando era niña.
Eso ¡SÍ!, me quiere tanto,
que hasta con un negro se acostaría;
por saber lo que tiene el negro
según la mujer del carbonero.
Fantasías o novedades
por cambiar los entrantes;
más gordos o más largos
como los buenos espárragos.
De Aranjuez o navarros
con buena punta para degustarlos;
con mayonesas,
caseras o de tarro.
Mujer, costilla de Adán,
de las malas o de las buenas;
vendedora de manzanas
antes de usar tapones.
Con hojas te tapabas
ahora con hojas te depilas;
porque quieras o no
eres coqueta y femenina.
Entre tus muslos llevas
una partida de nacimiento;
tu castidad
o los cheques bancarios.
Eloy Peña.