HASTA QUE NOS ECHEN.

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lunes, 7 de noviembre de 2016

OTRA CITA A CIEGAS...,.


Hola amigos de Internet, soy Letiza Oty.
 Quiero compartir una historia de amor, vivida.
En una noche estrellada y romántica en Madrid.
Dicen que soy o parezco una reina.
 "La de las minas del rey salmón".
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              Llevaba tiempo pensando voy o no voy...,. Había conocido hace unos meses a un chico (Rafael)  vía  Internet. No sabía como era físicamente pero su forma de ser... encendió algo dentro de mí que me obligaba a acudir a una cita a ciegas; en un restaurant del viejo Madrid (España). Porque me encanta comer de todo.
 
             Estaba nerviosa a pesar de mis años vividos: novios, amantes y hasta marido... que ya guardé en el baúl de los recuerdos. No sabía que ponerme o que quitarme; falda o pantalón, colonia o perfume, sostén con bragas, sin bragas o sin sostén ni bragas. Zapato con tacón o bajo, camisa, blusa, camiseta, chándal, chaqueta o rebeca. ¡¡¡¡Un desastre de mierda de nervios... DIOS!!!!.
Por otro lado, sabía que no habría sexo; estaba con la regla trimestral.
 
No llevé el coche porque según iba... seguro que me la pegaba, por lo que cogí un taxi, libre. Eran las 9 de la noche (habíamos quedado a las 8´30) y por el lugar de la cita, allí estaba Rafael. - Era feo de cojones - Casi calvo - Algo más joven que yo y más alto que un enano de circo - Con gafas de cristales de culo de botella verde.  Su traje, ¡¡¡qué traje madre mía!!!.  Parecía el de su primera comunión: chaqueta rosa marina y pantalón rojo  por encima de los tobillos, donde asomaban unos calcetines de color blanco con unos zapatos de ante marrón.
 
Al cruzar la calle camino del restaurant tropezó con el bordillo..., que le llevó al suelo; pobre Rafael ¡¡¡qué hostia se pegó!!!. Se las vió y se las deseó para ponerse en pie, porque no encontraba las gafas y no me podía agachar pues la faja me lo impedía.
El restaurante (Casa Furcio) era una reliquia del Madrid de los Borbones (rellenos de alcohol). Teníamos una mesa reservada con un ticket descuento que Rafael compró por Internet. 
Sentados, el uno frente al otro y  como dos tortolitos en celo; nos agarramos de las manos. Sí, yo estaba nerviosa... él, me miraba fijamente como si no me viera. Tenía cara de estreñido y cuando intentó decirme algo... le entró hipo y se puso a estornudar compulsivamente.
 
                 Pedimos dos bocadillos de calamares a la romana, una de ensaladilla rusa y una botella con agua del grifo. "El camarero nos miró como a bichos raros". El pan algo duro... hacía que Rafa jugase con su dentadura postiza a la hora de morder. Hablamos y bebimos... nos escupimos, eructamos y  nos reímos tanto que yo, notaba la humedad de mi silla; porque  me estaba meando. Tomamos unos carajillos de anís, coñac, whisky y de ginebra... a eso de las 3 de la mañana nos fuimos..., pues nos echaron por cierre.

                      Rafa, era encantador (me recordaba a los de serpientes). Al salir del restaurante me bailó un tango él sólo... hasta que tropezó y se cayó en un charco; perdió las gafas y la dentadura superior.
Cogimos su moto (parecía un triciclo de pedales) y haciendo eses y más eses...  me llevó a casa. Le invité a tomar una copa pero como era muy tímido me dijo: "otro día vida mía sólo mía;  porque con tu mirada y tu halitosis no sé..., que te dejaría de hacer sobre la alfombra". FIN.
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Eloy Peña.