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Anoche desde mi ventana
me puse a ver la lluvia de estrellas.
Miraba y miraba y al no ver ninguna
me tumbe en la cama, mi cama.
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Pasado un tiempo me volví a levantar
cual fue mi sorpresa al subir la persiana.
Pues una potente luz al cristal llamaba
su luz me cegaba, pero abrí la ventana.
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La fuerte luz iluminaba mi cama
no sé si estaba tumbada o sentada.
La luz entonces me llamaba:
¡¡¡VEN, NO TENGAS MIEDO!!!.
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Me tumbe sobre ella
mi cuerpo ardía y también temblaba.
Sin sabanas, colcha ni nada
como si en el cielo estaba.
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Fue corto pero inexplicable
hasta que la cama se quedó apagada.
Volví corriendo a la ventana
miles de estrellas brillaban.
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Entre todas la buscaba
sin llegar a encontrarla.
Al amanecer me dí cuenta
que sólo una, estuvo en mi cama.
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Eloy Peña.