Perdona mi osadía
te veo muy sola
en una mesa vacía
mientras bailan tus amigas.
No soy un ligón ni lo pretendo
sólo un bailón de salón.
Pues me gusta bailar
con o sin música
sin ser promesa ni una vocación.
La vida es un danzar triste o alegre
que nos lleva de aquí para allá.
También a veces piso o tropiezo
pero no me avergüenzo
por no tener ningún complejo.
Pues con la verdad juego
desde que del sueño despierto
para ganar a la maldita mentira.
Si no sabes bailar
te enseño o te llevo
fui joven ahora un viejo maestro
los muchos años enseñan.
Ponte de pie frente a mí
en silencio con los ojos cerrados.
Te haré danzar y volar
con los pies sobre el suelo
al ritmo de la orquesta.
Una mano agarrará la tuya
la otra en tu espalda
nos acercará cada vez más.
Ahora estamos bailando
tu cuerpo pegado al mío
con los corazones acelerados
mientras los sentidos vuelan.
Sólo serán unos momentos
en que los dos juntos sentiremos.
Eloy Peña.