Subiendo una cuesta
de una larga calle
los pies se movían
también, se cansaban.
Calle solitaria
muy poco alumbrada;
la ciudad dormía
esperando el mañana.
Entré en un parque
en busca de un banco
para sentarme,
pues estaba agotado.
Encendí un cigarro
tabaco del malo;
pegué una calada
que a mi tos animaba.
Al fondo del parque
no se veía nada.
El aire movía las ramas
algunas, en el suelo paraban.
Se acercó una dama
sin llegar a escucharla,
al abrir su abrigo
desnuda estaba.
Me pidió cien euros
no los llevaba.
Veinte la di
diciéndome, hasta mañana.
No hubo mañana ni pasado
sólo recuerdo su mirada.
Pues quedó grabada
en una noche, que no esperaba.
Eloy Peña.