escucho un divino sonido;
cierro los ojos y abro los brazos
para abrazarlo y hacerlo mío.
El sonido se apaga
el corazón se acelera;
el sol está tan cerca
que el alma me quema.
Han pasado los años
muchos caminos recorridos;
lo que nunca ha pasado
el sonido que sigue conmigo.
Eloy Peña.