Lo siento mi amor
pero tengo que decirte la verdad.
Sé que nunca esperabas mí adiós
pues nunca me atreví a decírtelo.
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Aún me acuerdo
de tiempos recordándote.
Pensándote y proyectándote.
Aún recuerdo..., pero ya no te quiero.
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La química del amor
fue aquel flechazo que nos incendió.
Siempre necesitábamos el uno del otro
éramos como polos de diferente polo.
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Polo de naranja y polo de limón
hasta que nuestro calor los derritió.
Cuantas veces te llamé hija de puta
como tú a mí, cabrón.
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Nuestro amor no sabía de cursilerías
ni de tópicos: ¡Te quiero o te amo!.
Lo nuestro era natural y sin conservantes
como las sardinas en aceite de oliva.
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Tú dinero era vital
como el saber estar de mi cuerpo.
Fea de cojones y cursi como las flores.
Tu aliento como inodoro atascado.
Tenías años para vivir tres veces
con andares de borracha
tuerta de un ojo y ciega del otro.
Pero tu dinero era de curso legal.
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Lo siento mi amor
pero me tengo que marchar.
Tú dinero ya no me importa
porque se viene conmigo.
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Eloy Peña.
Hasta que la química queda aguada.....
ResponderEliminarSaludos
Sabes sacar provecho!
ResponderEliminarUn abrazo Eloy
Copio y pego: Recientemente investigadores de la Universidad College de Londres captaron imágenes de cerebros enamorados y concluyeron que ante la visión del ser amado no solo se activan algunas zonas del cerebro, como el córtex anterior cingulado, que también responde al estímulo de drogas sintéticas produciendo sensaciones de euforia, sino que las áreas encargadas de realizar juicios sociales y de someter al prójimo a valoración, se inactivan, volviéndonos “ciegos” de amor...,.
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Salud y suerte, Mark.
Ya no sé si tratarte de usted o de tú, Aurora.
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Tiempo ha... que no se te ve por estos lugares. Espero que todo te vaya bien.
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Gracias por el comentario. Un beso.