Sentado al lado
de un acantilado;
el mar al fondo
también abajo;
rompiendo con fuerza
su cauce cerrado.
A la derecha, el faro,
gaviotas que chilla y vuelan,
como diciendo, algo.
No las entiendo
igual ni me piensan,
cuando al pasar se escapan.
Están vivas
con el aire juegan;
como juega la vida
despacio o corriendo
sin pausa,
pero sin parar su juego.
Un barco en la lejanía
trasporta mercancías
también lleva vidas.
Se aleja,
aún le observo,
quizás me mira.
Las olas rompen
contra las rocas;
el viento las guía
también las lanza
con las espumas
con las corrientes.
Del tener, teniendo,
sin tener casi nada;
por un amor huido
con sus silencios
por los miedos
que le echaron.
El sol se esconde
para volver mañana;
la noche está encima
por el pasar del día.
Todo está en calma
la luz del faro ilumina y gira.
Eloy Peña.
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