Morir de amar
es la soledad del alma;
con las puertas cerradas
sin llaves que las abran.
Los silencios son gritos
mojados en lágrimas;
donde nacen los ríos
de angustias sin calma.
Los días son noches
de horas eternas;
sin reloj que las marquen
porque el tiempo se para.
Maneras hay de morir
cuando lo amado escapa;
llevándose las alegrías
que desnudan el alma.
Quisiera resucitar
de una muerte hallada;
para poner fin
a tristezas que embargan.
Eloy Peña.