Margarita, siento un adiós,
al no saber de tu marcha.
Ahora, sólo viaja el alma,
sin prisas ni alarmas
entre aire, mar y calma.
Cuando despierto me digo
será para seguir viviendo
será para seguir muriendo.
Pues sabido es,
que nacemos por un tiempo.
La vida es sólo un juego
a veces malo a veces bueno.
Pero nunca es eterno
ni tampoco nuestro.
Por ello, nacemos muertos.
No soy nadie para desearte
descanso, cuando ya no estás,
pues nadie sabe del más allá.
Hasta que los recuerdos marchen
para que los olvidos ganen.
Eloy Peña.