Quizás no comprendas
el porqué te escribo;
al igual que tampoco entiendo
que aún no sepas leer.
A pesar de que estés sin estar
junto a tus gatos y perros;
en un chalet con criada
cerca del mar y de la montaña.
Recuerdo los recuerdos
cuando los dos éramos uno;
con tu deslúmbrate belleza
junto a mi gran riqueza.
Inocente como una vela
en altar de iglesia;
todo parecía ser eterno
por ilusiones y proyectos.
Recorrimos medio mundo
el otro medio ya lo conocíamos;
subimos a los cielos
desde el pecado del infierno.
Nunca nos privamos de nada
el Papa a casa vino a vernos;
los famosos querían conocernos
por tus joyas por mis versos.
Pero la vida me dió la vuelta
el dinero se me escapaba;
porque tú me lo robabas
hasta dejarme sin nada.
Sabes que soy un caballero
mi educación así lo dice;
por ello no me permite
decir lo que voy a escribir.
No te llamo hija de fruta
porque lo eres de puta;
aunque tu madre sea ramera
siempre serás el fruto de su clientela.
Eloy Peña.