sábado, 17 de mayo de 2025

ELOY PEÑA RICO EN CUERNOS NO SON ASTAS...,.

 

             CINCUENTA Y OCHO

Tú, yo y la cama...,

y, si me apuras, una almohada, ¡que para algo hay que hacer uso de todo!. Y no sólo soñamos despiertos, sino que nos proponemos agotarnos como si fuéramos maratonistas, pero sin salir del colchón. La luna nos observa, claro, porque está aburrida y no tiene nada mejor que hacer, mirando a dos locos amantes como si fuéramos un par de paletos en una película de bajo presupuesto. Pero bueno, ¿quién puede culparla? ¡A mí me pasa lo mismo con las telenovelas!

La dejé dormida,
sin ropa, claro, porque ¿quién necesita ropa cuando se puede dormir desnudo y libre, como el buen sentido común? Estaba destapada, como mi cuenta bancaria después de una semana de gastos. No quería despertarla mientras me marchaba, no vaya a ser que la despertara y empezáramos a hablar de esas cosas que hacen que las parejas se miren como si fueran dos extraños en un tren... ¡y no es un tren con destino a Disneylandia!

Salí camino de casa,
y claro, los míos me esperaban, como si fuera Navidad, pero sin los regalos, y con menos emoción. Las estrellas brillaban... o eso creía, porque ya ni siquiera sé si las estrellas son estrellas o si es mi vista que se está convirtiendo en una lámpara de 15 vatios.
Cuando llegué a casa, ¡oh sorpresa! No tenía llaves... ni tampoco una copia, ni el número de teléfono del cerrajero, ni siquiera un buen motivo para seguir insistiendo en la puerta. ¡Nada! Así que, en un arrebato de ingenio digno de un genio de la lucha libre, pegué una patada a la puerta como si fuera una escena de acción... hasta que saltó la alarma, claro, porque las puertas y yo no nos llevamos bien desde el día que intenté abrir una con el dedo meñique.

No sé si rugía la casa o si era el perro que estaba tomando clases de ópera, ¡pero sonaba como si estuviéramos rodando una película de terror! Los vecinos, que parecían haber salido de un casting para un programa de "Quién tiene los peores pijamas", empezaron a abrir sus puertas, mirando con esa cara de "¿Qué pasa aquí, que estamos en una película XXX", algunos en calzoncillos, otras en bragas. ¡Lo típico, vamos! Un miércoles cualquiera.

Entonces, mi amor,
saliste a la escalera con esa gracia que sólo se ve en las películas de terror, pero sin la banda sonora. Las legañas todavía colgaban de tus ojos como si fueran piezas de arte moderno, y en tu mano, una faja. ¡Sí, una faja! Parecía que ibas a hacer un discurso de campaña política a la española, o a iniciar una protesta por los derechos de las fajas, no sé. Pero claro, ¡nada dice "te amo" como una faja sucia en la mano!

Mi querida suegra,
sin la peluca puesta, lo cual ya te deja claro que el día no estaba siendo bueno para nadie. Su dentadura despegada daba más sustos que una película de suspense, y a mis muertos los nombraba como si fueran los protagonistas de un programa de televisión. ¡Te juro que hasta yo me asusté, y eso que soy un tipo que ve todo con humor!

Gritaban los niños,
los perros ladraban como si fuera la hora del "gran concierto", y yo ya estaba tan cansado que pensé en retirarme a la cama como un boxeador después del 15º round. No es que estuviera derrotado, pero las fuerzas se me escapaban como el aire de un neumático pinchado.

Me gusta el silencio,
ya sabes, el tipo de silencio que se da cuando todos dejan de gritar, cuando las quejas cesan, y hasta los perros se quedan sin palabras (lo cual es raro, porque siempre tienen algo que decir). Mi mujer a mi lado, con esa mirada de "¿A qué hora hacemos el amor?"... Pero, la verdad, querido, ya no tenía ganas. La energía había salido de mi cuerpo con la misma velocidad con la que se va el sentido común en una fiesta.

No soy un semental,
¡y mucho menos un queso suizo! Porque, francamente, no tengo agujeros por ningún lado (al menos no en la parte que interesa). Sólo soy un hombre de cama, y no porque me guste tanto dormir, sino porque es donde más cómodo me siento... hasta que alguien me llama, claro. Si alguien me llama... y si la llamada es importante, porque si es para venderme un seguro, no contéis conmigo.
 Eloy Peña.