Sabes, soy Rico,
con o sin dineros;
en mi apellido lo tengo
fijo, a plazo eterno.
Qué me importa tu dinero
avaro, de carne con ojos;
porque explotas sin ser bomba
a los que te siguen el juego.
Tú, eres la banca,
el patrón y el dueño;
el resto, empleados a sueldo,
que recogen tus migajas.
Creas puestos de trabajo
sin ellos, no serías nada;
compras también vendes
pero a mí, no me convences.
Tus artimañas te delatan
a la inteligencia nunca engañas;
adoras al becerro de oro
mientras la vida se te escapa.
Vendes de todo
corrupción, drogas y armas;
para que otros muchos,
te regalen sus muertos.
Desde éste pobre poema
te digo, porque puedo;
que por mucho que tengas
tus carnes serán huesos.
Eloy Peña.