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A esa mujer...,
que sin estar me retuvo.
Me ilusionó...,
sin ser suyo.
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A esa mujer...,
que sin estar me retuvo.
Me ilusionó...,
sin ser suyo.
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La otra noche en la noche
mientras no te besaba
ni abrazaba ni te miraba
te sentía muy cerca de mí.
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Noche en plena noche
nublada y sin sol.
No soñaba pues dormía
como un borracho sin alcohol.
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Que hermoso es sentirte
alejada y apartada
acostada con él
besarle y hacerle el amor.
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Me recuerda un pasado
vivido y prometido.
Tiempo en el tiempo
de odio y dolor.
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Lágrimas de alegría
penas de satisfacción
que me hacen recordar
lo que nunca llegó a pasar.
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No me podrás olvidar
te enseñe a querer y a odiar
hoy ya no es ayer
aunque sigas dentro de mí.
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Las heridas del corazón
siempre dejan huella
porque su cicatriz
nunca se cierra.
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Eloy Peña.
Eres un gran poeta...
ResponderEliminarSaludos
Tú, que me lees con buenos ojos. Gracias Mark.
EliminarEs cierto, las heridas del corazón siempre dejan huella, son las peores de cicatrizar, pero los años sanan.
ResponderEliminarUn beso, Eloy.
Los años las sanan a veces.
EliminarPero la cicatriz de lo muy querido
nunca, pasará al olvido.
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María, un beso al aire hasta que te llegue.